Carl Rogers - Salvador Dalí
He aprendido de muchas personas en mi vida.
Han sido muchos los hombres que me han ofrecido su conocimiento, desde sus cuentos, sus experiencias, sus ejemplos, sus actitudes, sus libros, sus grabaciones, sus pinturas y sus fotos.
Uno de los que más me ha enseñado, sobre todo a recorrer el camino que me convierta en persona, es Carl Rogers.
He incorporado mucho de lo sentido, pensado y ofrecido por este gran psicólogo norteamericano.
Poder ir adquiriendo grados de confianza que me permitan, decidir por mi mismo, cada día un poco más, y compartiendo con los demás de manera fluida y sencilla, intentando no dañar y no ser dañado.
Si recorro el camino de mi vida, intentando quitarme peso de encima, intentando otorgarme cada día mayores grados de libertad interior, de modo de ir permitiendo conocerme, saber quien soy, saber mas de mi, y luego de eso, proponerme habitarme, ejercer ese ser que soy y qué quiero ser.
Animarme a ser aquel que soy, sin vueltas, sin ambages, sin estructuras que me defiendan y que me impiden desenvolverme en la vida tal como soy.
Me estoy refiriendo a la libertad interior, una libertad que me permita sentir libremente, pensar libremente y hacer libremente, simplemente teniendo en cuenta a los demás, advirtiendo que siempre hay otros a mi alrededor.
Es asi, que, cuando me encuentro en mi camino con figuras como el gran artista catalan Salvador Dali, no puedo menos que sorprenderme, sobre el nivel de libertad interior que alcanzó, no puedo dejar de emocionarme con los lugares tan extravagantes y especiales a los que accedió con su arte, con su escultura, con sus dibujos, con sus pinturas, con sus diseños, con sus ideas, y, por sobre todo, con sus concreciones.
Son muchas las personas que sueñan cosas hermosas, que sueñan hacer maravillas, y que luego por una cosa o por otra, esas ideas, quedan en el camino sin ser concretadas.
Este enorme hombre ha concretado tanto pero tanto, que a veces dudo, si fue uno solo, o
hubo varios, Salvador Dali.
Acostumbrado a ver la obra de artistas, creo que son muy pocos en la historia de la humanidad, que hayan logrado concretar tantas pero tantas, obras.
Y, cuanto más me acerco al gran catalan, más me aparece el rostro de Carl Rogers.
No sé si se conocieron, pero lo que sé, es que murieron con dos años de diferencia, 1987 Rogers, y 1989 Dali.
Esto es, han sido contemporáneos.
Muchos pueden tildarlo de loco o insano, a Dali, y algo de esto creo que ocurrió.
Indudablemente los grandes genios necesariamente tienen que poseer dentro de ellos características poco comunes, formas no muy habituales a los demás seres humanos.
Sentir, pensar y hacer lo que se me ocurra y que, producto de ello, se genere arte, no es de todos los días.
Estoy gratamente sorprendido cada vez que profundizó la obra de Dali, sobre los lugares de libertad y soltura a los que llegó y accedió.
Se me hacen familiares Carl y Salvador.
Los veo cercanos a pesar de haber sido muy, pero muy diferentes.
Me gustaria saber que opino Carl sobre la obra de Salvador, le preguntare a Natalie.
Dali ha llegado a vivir un mundo solo de él, y de nadie más que de él, y por supuesto de su adorada Gala.
Esto lo acerca tal vez a la esquizofrenia, tal vez lo acerca a delirios y alucinaciones, que sin duda se pueden advertir en su obra.
No obstante, cuál es el límite entre un genio y un enfermo mental, si es que hay alguno.
Cual es el borde entre la capacidad de invención o imaginación, y la insania del delirio o la alucinación.
La medicina y la psiquiatría han intentado e intentan cada dia, definir la diferencia entre salud y enfermedad, un angosto camino, en el que se encuentran los genios, los distintos.
Mucha gente ha hablado de Dali como un narcisista y megalomano, que sólo quería hacerse ver y mostrarse.
Está claro que disfrutaba mucho de que lo vieran, que lo admiraran, que estuvieran pendientes de él, y de lo que él hacía.
Sin duda, podemos afirmar que necesitaba de la aprobación externa.
No obstante eso, me permito tomar la parte o el aspecto que me resulta interesante para este análisis.
Más allá del objetivo de su accionar, su accionar mismo, merece para mi una gran admiración por la determinación y lo prolífico de su obra.
Quiero destacar su capacidad de trabajo, su independiente y privada decisión, de elegir que hacer, con que hacerlo.
Que pintar, que diseñar, que esculpir, qué temas desarrollar.
Una gran parte de su obra se la denomina onírica, que proviene de la creación de sus propios sueños.
La mezcla que se permite hacer entre lo real y lo imaginario.
La soltura que muestra al cambiar los largos de las patas a los elefantes, convertir a los rígidos relojes en flexibles, hacer que un huevo frito pueda estar colgando de una rama sin romperse, y miles de cosas más demuestran una libertad interior y luego una enorme capacidad para ponerlo en un lienzo con gran maestría.
Es por todo esto, que me permito decir que un aspecto de Salvador Dali, puede ser mirado con admiración, y me refiero al aspecto de haber sido totalmente libre para crear, para hacer, para decidir, y elegir siempre el camino que su persona en total libertad decidiera para él.
Es aquí que pongo en conexión a Carl Rogers con Salvador Dali, con la intención de poder tomar de ejemplo, el ejercer el poder interno que tenemos y animarnos a ser aquel que somos.
El maestro Rogers nos muestra las formas en que nos podemos desatar para ejercer nuestra existencia, y animarnos a ser quienes en verdad somos y el maestro Dali, nos enseña como se puede poner en práctica una vida preñada de absoluta libertad y con un vuelo exquisito solo limitado por su propia y privada libertad.